René Avilés Fabila  René Avilés Fabila

Cuentos y descuentos*

Malke Tartakovski

Leí, en breves minutos de la noche, los detalles que se anidan en la destreza; así entre luz de luna llena, disfruté de los placeres con historias como las de Sansón y Dalila que me hicieron reír; también la de Jonás, que aunque no lo creas, devoró a un elefante; luego, de entre los animales monos muy “monos”, y por si fuera poco, serpientes con pelo y aladas.

Una fábula, la de la araña “Ponzoñini” me hizo pensar en cierta gente... (que conste que no doy nombres), que aunque parece de cuento, no lo es, y cuando otra bestia veloz e inquieta se confundió con el humus de la selva, que bien hubiese podido ser el hombre, corrí a la máquina de escribir para no padecer las nostalgias del oficio, y así sacar, todo lo que mi ronco pecho sentía.

De un novelista, el más riguroso de los protagonistas, deduje que más valía arriesgar la tinta, que quedar sepultado entre notas literarias, y como la anécdota gustó, le pedí a Avilés Fabila su autógrafo para así, cuando volviese a leer el libro, recordar lo que me dio a entender “No debe uno de plagiarse las ideas” (la verdad es que no comprendo cómo, con tanta frecuencia, se lleva a cabo este mecanismo no el de los plagios; ¡de ninguna manera!, sino el de las ideas...)

Casi casi estaba a punto de concluir el libro, cuando el humorismo en la música me hizo escuchar El Pájaro de Fuego y la suite Bergamasque; y si no me entiendes pues lee Cuentos y descuentos.

La ironía, me dije, es fina, y a mí como a otro de sus personajes, también se me antojó portarme mal, ¿o bien?, no sé, depende de lo que sea bueno, o malo, o Kafkiano, y por aquello de las dudas en lo que respeta al comportamiento, y por si existen los espíritus y uno que otro fantasma que me hagan terminar en un museo, firmé un testamento muy original que dice así: “no se culpe a nadie de mi muerte”.

* Publicado en el periódico Excélsior. Sección cultural El búho. Domingo 8 de febrero de 1987.